diumenge, 19 de setembre del 2010

...aquí se quedan los guapos y nos marchamos los buenos...

En el lado feliz
mis nietas me saludan
con el jolgorio de los dias de fiesta.

Rien, saltan, se combaten entre ellas mismas
la alegria de ver la vida como un río sin fin,
sin fondo. Como si el mar
llegase a nuestra puerta.

Ante tanto diluvio de alegría
a este viejo poeta abandonado
solo le queda la memoria,
la inestable memoria de los vagos recuerdos
olvidados.

Gracias a que la vida está entre ellas
rompiendome la cruz de los silencios,
la vaguedad inutil del desierto
y la cumbre final de una montaña
me siento como vivo.

Como un ser humano acompañado.


[ Adéu Labordeta ]